Lo que pasa en México es para llorar. Uno, porque es una de las más grandes humillaciones que se le han hecho a un pueblo en la historia del mundo.

Separar un país de otro como si se tratara de cucarachas o de bacterias, escoria o una plaga del mal. Y no solo a los mexicanos, es una humillación a toda Latinoamérica. Como si los mexicanos, los latinos, fuéramos una peste.

Un muro de más de 3000 kilómetros para no ensuciar el suelo de los blancos. Dos. Por la reacción tan cobarde del presidente de México, Enrique Peña Nieto, que nunca supo dirigir la negociación. Que siempre se dejó arrastrar por el magnate Donald Trump, en una relación de reacciones y nunca de acciones.

Trump comenzó primero la guerra contra la dignidad mexicana desde la campaña electoral, llamando delincuentes y violadores a los mexicanos. Peña Nieto entonces reacciona, más bien no reaccionó. No dijo nada. Y como premio lo recibe en la residencia presidencial mexicana, lastimando en lo profundo la dignidad e historia de México.

Trump se hace presidente oficial y firma el decreto para la construcción del muro. Peña Nieto, siempre en segundo lugar, tiene que reaccionar, porque ya no tiene más margen ante la dignidad, ante la crítica y ante el pueblo de México.

Dice que los mexicanos no pagarán el muro en un mensaje por televisión, cuando tenía que ser firme desde antes y romper su cita con Trump, primero por sentido común y segundo con la inteligencia de saber que Trump no es estadista, sino comerciante y empresario.

Trump entonces vuelve a la carga, y hasta se da el lujo de amenazar a Peña Nieto: si no vas a pagar el muro, ni vengas a verme a Washington. Peña Nieto, tardíamente, cancela la cita.

Washington no le basta. Como si se tratara de lastimar a los mexicanos a como dé lugar, anuncian otro castigo: "Pretendemos imponer impuestos de importación para los países con los que tenemos déficit comercial, como México. La idea es imponer impuestos de 20% sobre los 50 mil millones de dólares de exportación".

Informa Sean Spicer, el portavoz de Trump y de la Casa Blanca. Para finalizar, Peña Nieto agarra el teléfono y en conversación cobarde de una hora, acuerda con Trump mejor no hablar en público de quién pagará el muro. Así o más cobarde, cuando Peña Nieto representa a su país, y su familia es México, no Trump.

Todo esto es triste, porque Estados Unidos pareciera que quiere hacer otra Palestina con México, curiosamente el régimen de Israel, el primer ministro Benyamin Netanyahu, celebra y apoya la construcción del muro, además de que se escuchan voces de que una de las constructoras sería israelí.

El presidente de México hoy tiene en sus manos una oportunidad de oro, incluso de cambiar la historia del mundo. Qué pasaría si Peña Nieto actuara con ese coraje de grandes mexicanos, como los que se enfrentaron al Ejército más poderoso del mundo en aquél tiempo, el de Francia, el de Napoleón, y lo vencieron en Puebla, o el del famoso Pancho Villa, que se metió a Columbus, Estados Unidos, a dispararle a los estadounidenses para que entendieran que a los mexicanos se les respeta.

Entonces, en el escenario de hoy México es uno de los más grandes socios comerciales de Estados Unidos. Qué pasaría si México se faja los pantalones y por primera vez en la historia, concentra fuerzas con toda América Latina y con los BRICS, y hace que se respeten los derechos de sus ciudadanos y de todos los latinos.

Trump no le quedaría más remedio que atacar militarmente o negociar. En Detrás de la Razón, nosotros preguntamos, los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar.

Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen. El análisis, las preguntas y respuestas a las nueve treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres y Madrid, siete de la tarde, México a las 12 y Colombia, una de la tarde.

Por Roberto de la Madrid