El presidente de EE.UU. toma una decisión histórica: le arrebata la justicia a sus propios ciudadanos para defender a Arabia Saudí.
El presidente Barack Obama le arrebata a miles de víctimas y familiares de víctimas, el derecho de hacer justicia y el derecho de saber la verdad sobre los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Es la primera vez, que de manera descarada un presidente protege a otro país en vez de proteger a sus ciudadanos.
¿Qué hizo el presidente de EE.UU.? Usó su poder presidencial para vetar la ley, ya aprobada por el Congreso estadounidense, que permita llevar ante la justicia a Arabia Saudí como presunto responsable de los atentados del once de septiembre del 2001 en EE.UU., donde murieron miles de personas.
Sus familiares, tengan por primera vez la posibilidad de comenzar un proceso judicial, presentar pruebas, contratar abogados, realizar investigaciones individuales, imparciales, sobre lo que pasó, para dar con los responsables, encontrar a los asesinos y enjuiciarlos.
Pero Obama dijo: "No" La ley ya había sido aprobada por la Cámara de Representantes y por el Senado de EEUU. La ley permita denunciar ante los tribunales estadounidenses, a Estados extranjeros, a sus gobernantes o a funcionarios por sus nexos con los atentados terroristas del 2001.
La ley limitaba la inmunidad de funcionarios extranjeros en EE.UU. en el caso de terrorismo internacional. Pero Obama dijo: "No" Para Obama fue más importante Arabia Saudí ¿Por qué fue más importante Arabia Saudí que sus propios ciudadanos estadounidenses? Porque con el veto de Obama, Arabia Saudí no puede ser denunciada ni acusada ni llevada al banquillo de los acusados.
¿Qué explicación dio Obama para vetar esta ley? Obama dio tres argumentos importantes -para él, desde luego. Uno: que la ley robaba a los expertos en seguridad y política exterior del Poder Ejecutivo Federal, o sea a él, la capacitad de luchar contra el terrorismo. Y que al robarle esa capacidad, se la daba a los abogados privados y a los jueces de tribunales.
Que le robaba también el poder de designar o señalar qué país y cual no, es terrorista, o qué grupo sí o qué grupo no, lo es, y pondría ese poder en los tribunales y sus litigios. Dos: que la ley rompa el principio de la inmunidad internacional.
Es decir que le quitaba inmunidad a los políticos y funcionarios extranjeros (sobre todo a los de Arabia Saudí), en Estados Unidos, para poder así llevarlos ante la justicia, y que esto provocará después que los políticos y funcionarios de Estados Unidos en otros países también perdieran su inmunidad y pudieran ser denunciados.
Tres: que esta ley enojaría a Arabia Saudí, pues expondría a ese país ante los tribunales -con pocos fundamentos, dijo-, lo que provocaría la reacción saudí, y así complicaría las relaciones y las tensaría. Y no quería que sus aliados se preocuparan, el principal en este caso, Arabia Saudí. Por todo esto entonces, el presidente Obama, vetó la ley.
Es decir, todos estos intereses, para él, fueron mucho más importantes que la verdad y la justicia para miles de víctimas y familiares de víctimas de los atentados terroristas en su propio pueblo: el 11-S. Un 11-S que fue menos importante, para él. Detrás de la Razón pregunta, los analistas contestan y usted en su casa concluye. La realidad, hace lo que quiere, y nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es detectar las aristas que no nos dicen.