‘Hoy vamos a tratar un tema fenomenal’, me dice en los diálogos previos que tenemos antes del programa, nuestro periodista en jefe, al frente de la información.
Le pregunto por qué, y me dice que no es por el asunto en sí del protagonista, sino del antagonista o el afectado: "a los latinos, hispanos y todos los migrantes en Estados Unidos, les va a interesar". Consigno esto, porque esta es la esencia de nuestro programa, detectar el problema en la esencia humana.
Muchas veces tenemos que concentrarnos en donde más duele, porque el dolor es el grito para la empatía del mundo, para los que buscan un mundo más humano y mejor. Y después, avocarnos en el estudio del agresor. Ya entonces se debe imaginar de qué hablaremos. Esta noche en Detrás de la Razón, uno de los temas más crueles, viles y vergonzosos de la especie humana: el racismo.
Este sábado explotó parte de la bomba que comenzó a crecer otra vez aceleradamente desde hace un par de años, aunque su esencia ha estado presente desde la esencia prima de los estadounidenses en su fundación por allá en el siglo 18. El extremismo, el racismo, la xenofobia, el sentimiento de superioridad, todos unidos en el clamor de la supremacía blanca de grupos radicales que siguen extendiéndose por territorio estadounidense.
Quieren que todo el control de su país esté sólo en sus manos, extinguir la migración y erigirse como lo mejor de lo mejor. ¿Qué ha pasado en los Estados Unidos en los últimos años? El mapa del odio, que aunque ha tenido otras crisis en otras décadas, desde el 2014 ha comenzado otra vez una escalada.
En ese año había 784 grupos de odio en todo EE.UU., en el último reporte en 2016 creció hasta 917 organizaciones derechistas, extremistas que operan, con marchas, protestas, actos criminales, racistas y xenofóbicos, reporta Centro de la Ley de la Pobreza del Sur (SPLC, por sus siglas en inglés).
Así el odio ha crecido increíblemente sobre todo a raíz de que Donald Trump comenzara a escalar hacia la Presidencia. El triunfo de Trump significó la alegría, celebración y luz verde de estar organizaciones extremistas para recuperar su "América":
“Esto representa a la gente de este país, estamos determinados a tener al país de vuelta… por eso votamos por Trump, porque nos dijo que tendríamos al país de vuelta, y eso es lo que hará“ son las palabras de David Duke, del Ku Klux Klan (KKK), con las que llegó al Parque Lee, en Charlottesville, Virginia, este sábado pasado.
Donde se armó lo que usted ya sabe y que ha salido en todas las noticias del mundo, 3 muertos, decenas de heridos, muchos detenidos, y la espuma de un odio hacia lo que no es blanco enfrentada contra los que abogan por los derechos humanos.
Las imágenes del estado de Virginia son indignantes, un coche de un blanco queriendo matar a todos los que están en contra del racismo. Es el nacionalismo blanco que le gusta llamarse "al-right", "alternative right", derecha alternativa, y tiene la creencia de que la especie humana tiene clases o capas unas más superiores a otras, como la blanca, y que ellos deberían dominar la sociedad.
La crítica se le ha echado encima a Trump por echar más leña al fuego al no parar en seco esta ideología, por el contrario, darle más alas para volar, como tener de asesor de la Casa Blanca a Steve Bannon, de perfil racista y supremacista blanco.
¿Qué estamos viendo en Estados Unidos? ¿Dónde terminará todo esto? ¿Es parte del cambio que prometió Trump? ¿Será que detrás del presidente de EE.UU. se esconde un xenófobo empedernido con sentimientos de exterminio que no puede decir dada su investidura presidencial pero que deja entrever al poner un asesor así, promover el odio con sus declaraciones incendiarias, darle vuelo a los extremistas y no parar en seco a los xenófobos?
Los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es descubrir los ángulos que no dicen los gobiernos ni los medios de comunicación. El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete y Madrid, ocho de la tarde; México y Colombia, una de la tarde.
Por Roberto de la Madrid