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Eres diosa del día, la luz diurna
y otros atributos de la divinidad,
con tu disco llevado por caballos
que son la encarnación del Astro Rey
cuando cruza radiante el firmamento.
Daeg o Doerg, lo mismo es para mí,
pues todos tus presentes son iguales
y en cada circunstancia simbolizas
la fuente principal de la esperanza.
El espíritu que impulsa la belleza
de todo lo enunciado por el cosmos,
adquiere tal nivel en los humanos
que no puede decirse con palabras
sino con el lenguaje de lo eterno,
manifiesto en el arte de la magia.
Vas a la par con diferentes Runas
ofreciendo excitantes perspectivas,
donde las sombras nunca vencerán
el destello convertido en amuleto
para franca alegría y buena suerte
de aquellos que demandan tu poder.
Resulta conveniente ser la última,
sin mezclar la notoria Runa blanca
en el mágico sendero del Futhark,
ya que los dioses de por sí prometen
justicia y cohesión sobre la Tierra
después de tan penoso oscurantismo,
hipertrofiado de excesos y crueldad.
Te invoco Daeg de distinto modo
para cortar eventos que hayan sido
harto trágicos y tristes por amor,
resultar vencedor en las disputas
y fallos judiciales que me afecten,
exigiendo mecanismos razonables,
sin perfidias ni fardeles pestilentes
en mi salto a los podios de la ley.