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Centro del enigma indescifrable,
cuya fácil traducción sería manzano,
aunque probablemente ninguna
en el cubilete azaroso de los dados
donde se plasma la adivinación.
Eres mesa de juego, quizás ficha,
peón o falo de injuriosos sátiros,
canto de cisne y erotismo humanos.
Las presagios que rondan sobre ti
tienen cabida en el poema rúnico
que dice, Poerdh, singulares cosas:
Una mesa de juego es siempre fuente
de mucha holganza y divertimento
para aquellos príncipes orgullosos
que comparten con ávidos guerreros
los manjares y vinos del banquete.
Tu nombre cambian otros traductores,
pero en nada se aminoran tus poderes
ni las distintas formas de premonición
esculpidas en metales o en peñascos,
cuero sagrado o amante árbol frutal
nacido y criado en territorio Norte.
Quiero y debo invocarte cada vez
que comience mis lecturas rúnicas,
implorando tu augusta bendición
como senda hacia lo impenetrable,
ya que te agrada generar albures
no exentos de dolores y alegrías.
Bienvenida, pues, incognoscible,
a mi obediente corazón perdido,
y siga todo como Azar lo quiera.