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Tienes Tyr, la de color bermejo,
verdades sublimes e importantes
en la ruda mitología germánica,
donde eres soberana de la guerra
para defensa de la gran península,
mítica tierra de los escandinavos.
Tu cuerpo, semejante a una lanza,
da astucia y valor para los héroes,
y con golpes certeros no permites
que se rompa o doblegue tu figura.
Simbolizas la deidad que un día
se auto sacrificó por sus amigos,
cuando el lobo gigante, encadenado
a inclementes y rústicos grilletes,
cortó su mano con voraz mandíbula.
El dios de las armas quedó manco
y fue llamado: El de la mano única
desde tan cruenta y criminal mordida.
Propones derroteros consecuentes,
la pureza y el valor de lo celeste;
eres columna vertebral del mundo
manifiesta en el árbol Yggdrasil,
donde surgen sagrados juramentos
pronunciados por hombres valerosos,
de alma serena, transparente y firme.
Quiero invocarte inexorable Tyr
para lograr la justicia y la victoria
que fortalece mi verdad interna,
derrotar mis ocultos enemigos,
merecer permanente protección
y domeñar mi veleidosa suerte,
lo mismo que adquirir conocimiento
en los años que me restan por vivir.