Seguro que me han oído muchas veces que lo importante, lo crucial y lo acuciante para España no son las lógicas y serias discrepancias que hay entre PP y VOX, sino echar a Pedro Sánchez de La Moncloa.
Y al líder del PSOE hay que despedirlo por mentiroso, felón, inepto y, además, por gafe.
No sonrían ni pongan caras raras, porque esto es muy serio.
Cuentan que, en una ocasión, antes de realizar un nombramiento militar clave, le preguntaron a Napoleón Bonaparte que cualidades debería tener el elegido y sin dudarlo un instante, el Gran Corso, el Conquistador de Europa, el tipo que fue ascendido a general de brigada con solo 24 años, respondió rotundo: ‘buena suerte’.
Si tiene usted ya cierta edad y suficiente experiencia, coincidirá conmigo en que, en la vida, pesa bastante más un gramo de fortuna que un kilo de esfuerzo.
Y en el caso concreto de Sánchez, además de no destacar por su laboriosidad, como el resto de la cuadrilla de vagos que tiene de ministros, suerte parece tener poca o por lo menos no nos ha traído ni un ápice de ventura a los españoles desde que ejerce de presidente del Gobierno.
Con excepciones notables y sangrantes, porque a su mujer la ha convertido en una especie de ‘catedrática’ bien pagada, sin cualificación alguna; al comunista Alberto Garzón, que es un pazguato de libro, lo tiene de ministro cobrando un Congo y gastándose nuestro dinero en decirnos como colocar los huevos en la nevera; y a unos miles de conmilitones sin cualificación, los tiene viviendo en chalets con piscina y con sueldos de fantasía.
A los que no somos amiguetes del régimen, que somos la inmensa mayoría, sólo nos falta ya que nos dejen preñados, porque desde que este tipo se metió en La Moncloa nos han caído encima, sucesivamente, una pandemia devastadora, la Tormenta Filomena, la multiplicación por diez del precio de la electricidad, la gasolina a dos euros, invasiones multitudinarias de Melilla, guerra en Europa, desabastecimiento en los mercados y hasta la arena del desierto del Sahara, en forma de calima pringosa.
Lo que les decía al principio: hay que echar cuanto antes a este merluzo, porque como Sánchez siga mucho tiempo en el cargo, España se hunde en el Océano.
Y nosotros con ella.