Hoy es un día para la reflexión, para dejarse de bobadas y mirar de frente a ese tórrido 23 de julio de 2023, en el que los españoles tenemos la oportunidad de dar una patada en el culo a Sánchez y sus compinches y mandarlos al basurero de la Historia.
Si alguien me pregunta qué voy a votar el 23J, ya le digo -sin timidez alguna-, que lo que sea mejor para España y por tanto, lo que más fastidie al jefe del PSOE y a su panda de golpistas, proetarras, ineptos y alucinados.
Con semejante tesis, comprenderán que me generen notable incomodidad los melindres de este Partido Popular, que lo tiene todo para machacar política, social y hasta mediáticamente a la sectaria izquierda que nos aflige desde tiempos de Zapatero y opta de nuevo por la tibieza.
La renuncia a la batalla cultural y la claudicación ideológica empezaron mucho antes, pero fue en el otoño de 2020, durante la frustrada moción de censura presentada por Abascal contra Sánchez, cuando el PP de Casado asumió como suya la calumnia de que VOX, lejos de ser un partido liberal/conservador de impecable trayectoria democrática y uno de los mas firmes defensores de España, es un grupo fascista o de ultraderecha, con el que ningún partido democrático puede cerrar legítimamente acuerdos y menos aun conformar gobiernos de coalición.
No ha llovido mucho desde entonces, porque sufrimos una sequía que atontolina, pero han ocurrido bastantes cosas, incluida la formación de un Gobierno PP-VOX en Castilla y León, y esa pulsión insensata parece mantenerse en la dirigencia popular o al menos no ha desaparecido de su discurso, como estamos comprobando al rebufo de las elecciones del 28-M, cuando se empiezan a negociar. alcaldías y presidencias autonómicas.
Confío en que el deprimente espectáculo sea aparente, transitorio, impostado, una mera estrategia electoral, para ahorrarse críticas de cara al 23J, porque otra cosa seria enfermiza, necia y contraria a lo que sienten y quieren la inmensa mayoría de los españoles de bien.
La diatriba norcoreana, que soltó ayer Sánchez, contra la alianza del centro y la derecha y la previsible entrada conjunta de PP y VOX en La Moncloa, mientras aplaudían como focas diputados y senadores socialistas confiando en que el amo pose sus ojos en ellos y los meta en las listas, es un truco viejo y barato, destinado a movilizar al sector más indocumentada del electorado.
El PSOE en general y Sánchez en particular han sido, además de una peste para la economía y la libertad, un acelerador del chavismo castizo, del neocomunismo comegambas, del separatismo xenófobo, del blanqueamiento etarra y del cantonalismo cateto.
Sería de gilipollas asumir su argumentario y aceptar los vetos que bendice esa Brunete Pedrete mediática, que ensalza a los partidarios de guillotinar al Rey, aplaude la liberación de los asesinos de mil españoles, mima a los ‘okupas’, comprende la suelta de violadores y legitima un golpe de Estado racista.
Como nosotros no albergamos complejos, estamos del lado de la