Irak se sume cada vez más en la desestabilización. Angustia, frustración y furia en las calles de Bagdad, porque el Gobierno no puede sacudirse la feroz corrupción que tiene fragmentada a la nación.
No hay un Gobierno unido y sólido que pueda luchar contra los peores enemigos del pueblo hoy: terroristas, pobreza, economía hundida y política inestable.
La gente que aun se salva del terrorismo en Bagdad (capital), se une para invadir el Parlamento y gritar por un cambio. Presionar a los diputados que operan a conveniencia de la ideología de sus facciones y regiones, y presionar al primer ministro Haidar al-Abadi a que convenza a los legisladores que aprueben la propuesta que el pueblo quiere: poner tecnócratas y quitar a los políticos corruptos. Poner a funcionarios que piensen en levantar al país y quitar a los que piensan en defender su ideología.
Pero las cosas no han funcionado. Ni el Parlamento quiso ni el premier pudo, la ineptitud se apodera y la corrupción destroza la esperanza.
El pueblo pide cambio, porque le urge, porque se está asfixiando con una economía planificada a un barril de petróleo a más de 40 dólares, cuando bajó hasta los 20; porque se está asfixiando por las bombas de los terroristas, por la corrupción e incompetencia del Gobierno y por la falta de empleos dignos a pesar de ser un país productor de petróleo.
La pregunta ya no es ¿cómo se llegó a este desastre?, sino también ¿a quién le conviene que Irak no avance?
El primer rincón para investigar, a saber, es el apoyo de Arabia Saudí a las comunidades suníes en Irak, ¿para qué los saudíes han apoyado a los suníes iraquíes y cuál ha sido el resultado de esta "influencia"?
Eso para empezar, y para continuar la cuestión, ¿los compradores turcos de petróleo iraquí, ahora a quién lo compran? La desestabilización en Irak ¿para quién significa un ahorro o un poder de miles de millones de dólares?
En Detrás de la Razón trataremos de deshilvanar los hechos de un país sumido en la sangre y la desesperación. Desde los estudios de Teherán, a las diez y treinta de la noche; Londres, seis de la tarde; México y Colombia, doce del día; Madrid, ocho de la noche.