Horace Roberts ha quedado en libertad tras pasar 20 años en prisión por un crimen que no cometió. Fue condenado a cadena perpetua por matar presuntamente a Terry Yvette Cheek, su amante en 1998, pero ahora las pruebas del ADN confirman que no fue él. El marido y el sobrino de la víctima podrían haber dejado pruebas falsas por venganza. Ambos entraban en prisión el pasado viernes. Con ropa nueva, subido en un coche, Robert saborea su libertad. Se reencuentra con sus familiares, vuelve a casa, el lugar de donde nunca se debería haber ido, porque siempre ha sido inocente.
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