RECUERDO
Llego a la biblioteca a las 9 de la mañana,
saludo a los vigilantes y entro al auditorio,
silencioso y vacío a esa hora.
En tal silencio y soledad solemnes
viene a mi mente tu recuerdo,
como una mariposa extraviada,
antes de finalizar las notas semanales
y el taller de poesía que las sigue.
Siento, como si fuese hoy,
tus cálidos besos y caricias encendidas,
tu rostro fresco y tu ternura plena.
Conducido por tus manos sedosas
tomo lápiz y papel de la carpeta;
surges toda sobre la hoja en blanco
invadiendo la superficie con tu cuerpo,
donde anidan un par de golondrinas
dispuestas a volar por su alimento.
Pasan los minutos y no llega el olvido
a cubrirme con su manto gris,
en esa soledad
y ese silencio omniabarcante y cierto.
Decido suspender el recorrido
y pensar más bien en esos días,
cuando fuiste mi primavera y mi jardín.
Las rosas del otoño, ya marchitas,
intentan renacer,
pero sus pétalos me anuncian
que el invierno llegará para quedarse
con su espada de hielo y de quietud,
dispuesto a combatir mis sueños,
sin tregua y con furor, hasta el final.
Retomo entonces el único recurso
que me ofrece el salón,
frío y sereno como un lejano bloque:
escribir estos versos para ti,
con la esperanza de salir indemne
en mi lucha furiosa contra el mundo,
siempre siniestro, miserable y romo.