INTENTO DE ROBO
Con sus sentidos altamente agudizados
Heimdall despertó a la media noche
al oír pasos de gato y otros ruidos
dirigiéndose a la mansión de Freya.
Aguzando mejor su vista de águila
vio a Loki desnudo caminando
hacia el lecho de la bella diosa
para robarle su collar de oro,
símbolo puro de la tierra fértil.
Como la deidad dormía a esa hora
en posición difícil de arrancar la joya,
redujo su tamaño al de una pulga
utilizando la magia de las Runas.
Hecho esto logró bajo las sábanas
picar a Freya en el costado izquierdo
para hacerla cambiar de posición,
mientras mañosamente sustraía
el tesoro que tanto ambicionaba.
Heimdall se lanzó en persecución
del atrevido antisocial y lo alcanzó
decidido a partirlo en mil pedazos.
Al descubrir los cálculos del dios,
el truhán se transformó de un salto
en llama azul parpadeante y fina.
Heimdall se alzó como una nube
cayendo en lluvia sobre su cabeza,
con la intención de sofocar el fuego.
Entonces el rufián, ya convertido
en un oso gigante de amplias fauces,
quiso beberse el agua que caía.
Ágil e iracundo, el divino vigilante
entró con Loki en singular batalla,
para destrozarlo despiadadamente.
Después de dura y prolongada lucha,
el ladrón fue obligado a devolver
el divino collar que había robado
y a regresar cabizbajo y resentido
a su asqueroso caserón sombrío,
donde habita derrotado y vengativo
con intención de repetir la ofensa.