Anda el personal muy alterado a estás horas con el espectacular triunfo de Trump en las elecciones norteamericanas.

Alguna, como Àngels Barceló, que es esa señorona de la Cadena SER que agarró maternal la manita de Pablo Iglesias cuando Rocío Monasterio lo corrió a gorrazos por el plató de la radio, parece muy asustada y vaticina que su vuelta a la Casa Blanca dará a los ultras ‘alas muy peligrosas’.

No se lo que entienden los de la cáscara amarga por ‘ultra’ y a qué ‘alas’ se refieren, pero lo cierto es que son legión los españoles que reciben la noticia de la victoria republicana, que además de la Casa Blanca, incluye mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, como un soplo de libertad.

Yo no creo que en el caso de España, país de política exterior inane y de estructura militar canija, el batacazo de Kamala y el éxito de Trump vayan a modificar parámetros diplomáticos o tendencias económicas, pero pueden ayudar y es esencial, a que se ponga freno al agilipollamiento progresivo de nuestra sociedad.

Como potencia planetaria, EEUU no es ni sombra de lo que era hace 50 años, pero sigue marcando a fuego nuestras vidas y eso incluye desde lo que vemos a lo que decimos, pasando por la música que escuchamos o nuestra forma de divertirnos.

Si al otro lado del Atlántico cambia el tono y deja de promocionarse la memez ‘woke’, la cultura de la ‘cancelación’ y la idolatría del papanatismo, aquí terminará por imponerse cierta cordura, que falta nos hace.

A la espera de eso y para que no se nos escape, vamos con Sánchez, a quien lo de Trump -a quien por cierto todavía no había felicitado cuando redactaba este sermón- ha sentado a cuerno quemado.

Aprovechando de forma miserable la conmoción, el dolor y el sufrimiento causado por las inundaciones en Valencia, el marido de Begoña se ha planteado de una tacada cuatro objetivos:

Erosionar a Mazón y al PP en la Comunidad Valenciana; abrir grietas entre Feijóo y sus barones regionales; desviar el foco mediático a Begoña, su hermano músico y los grandes corruptos socialistas y sacar adelante unos presupuestos, que le faciliten seguir disfrutando del Falcón y durmiendo en La Moncloa otros 1.000 días.

El amo del PSOE no oculta sus intenciones y lo dejó patente este martes, cuando apareció ante sus periodistas palmeros diciendo a cada paso que se encuentra ‘bien’, en referencia al imaginario palazo que le sacudieron los indignados de Paiporta y vinculando sin rubor la concesión de ayudas millonarias a que la oposición le apruebe unos presupuestos generales.

Ya han empezado a repetir los de la ‘Brunete Pedrete’ mediática, intentado colocar al PP ante un imaginario dilema moral, que la ayuda a los damnificados debe estar por encima de cualquier cálculo político.

Estamos de acuerdo, pero que se lo digan a su jefe, que es quien juega sucio y lleva una semana prolongando el sufrimiento de los vecinos, a la búsqueda de réditos políticos.

Si resta una pizca de sentido común en el PP y a Feijóo no se