Primera posibilidad: Sánchez estaba al tanto, pero se tenía repartidos los papeles de poli bueno y poli malo con Iglesias; sin embargo, con la que está cayendo eso no se entiende por ahí fuera y genera mucha desconfianza.
Segunda posibilidad: que Sánchez no supiese lo que hacía el líder de Podemos y que este haya actuado por su cuenta; estaríamos en las mismas porque ¿qué confianza se puede tener en un Gobierno de coalición en el que andan a garrotazos?
En resumen, que por mucho prestigio que tenga la vicepresidenta Nadia Calviño, representante de la ortodoxia en España, no sirve para compensar la desconfianza que generan Pedro y Pablo por ahí fuera.