A fines del siglo XVI las relaciones entre España e Inglaterra se deterioraron luego de que Bernardino de Mendoza, embajador de Felipe II, fuera expulsado de la corte en 1583 por complicidad en una conjura para matar a la reina Isabel, en venganza por los constantes ataques en sus colonias de ultramar y barcos mercantes por parte del pirata John Hawkins y su primo Francis Drake. El detonante para la guerra anglo española fue la ejecución de María Estuardo, reina escocesa de religión católica, a quien Felipe II planeaba coronar. Isabel, además, estaba ayudando con dinero y tropas a los rebeldes protestantes de los Países Bajos, por lo que Felipe decidió, finalmente, construir la flota marítima más grande del mundo para invadir Inglaterra y derrocar a la reina protestante. Informada de la situación, Isabel fortificó la armada real británica y envió a Drake a destruir 100 buques españoles fondeados en Cádiz, retrasando los planes del rey Felipe, quien presionó a sus comandantes para apresurar la empresa.
Finalmente en mayo de 1588, la llamada armada invencible, compuesta por 180 barcos, 19 000 infantes y 7000 marineros, partió de Lisboa al mando de Alonso Pérez de Guzmán, VII duque de Medina Sidonia, quien a todas luces no se consideraba el indicado para liderar tamaña invasión, menos con una flota diseñada a la carrera, que ni siquiera contaba con el personal necesario. Las pésimas condiciones climatológicas provocaron que sólo 140 buques alcanzaran el canal de la Mancha, donde ambas fuerzas se enfrentaron el 31 de julio. Con Drake al mando, los ingleses capturaron dos galeones a cañonazos, uno de ellos repleto de víveres y provisiones. Medina Sidonia intentó enrumbar a la isla de Wight para esperar a que el duque de Parma les mandara soldados y tropas de Flandes, pero fueron repelidos por Drake, Charles Howard y Hawkins, que luego los atraparon en Calais y prendieron fuego a 8 brulotes, haciendo cundir el pánico entre los españoles ydispersándolos hacia el mar del norte.
En tanto, Isabel alentaba a sus tropas con un impresionante discurso en Tilbury donde, montada a caballo, les prometió que ningún invasor pasaría a su reino. Los ingleses mostraron su fuerza el 8 de agosto de 1588 en la batalla de Gravelinas, donde los españoles no pudieron organizar una formación de ataque porque no tenían viento favorable. Así, ante la negativa de sus capitanes a reagruparse y seguir luchando, el duque de Medina Sidonia debió reconocer su derrota y escapar a su país rodeando las islas británicas. Una inesperada tormenta terminó por hacer naufragar al resto de la flota, causando un gran número de bajas entre los españoles. Sólo 87 barcos regresaron a España, sin haber cumplido su misión de derrotar a las fuerzas inglesas y favorecer el ataque desde Flandes.
Este fue el último intento de invasión a Inglaterra en 500 años y la primera victoria militar de la era isabelina. Los ingleses nunca olvidarían a su Gloriana, la reina virgen que los protegió del enemigo