Las bolsas han acogido con caídas importantes la victoria de Dilma Rousseff. Los inversores no confían en la presidenta brasileña ante la crisis económica que atraviesa el país. Rousseff seguirá haciendo frente a un crecimiento bajo y a una inflación por encima del 6%. Eso y las dañadas infraestructuras del país impulsaron las protestas del último año que alcanzaron su punto álgido durante el mundial de fútbol.
“El gobierno se enfrenta a retos muy diversos, entre ellos una crisis económica en la que el país ha dejado de crecer. Pero el gobierno ha sido capaz de contener el paro, que era una de las preocupaciones principales de Dilma. Creo que ha sido capaz de comunicarle bien a su electorado que, mientras todo el mundo está en crisis, aquí estamos manteniendo los empleos y aumentando el salario mínimo”, opina la analista política Sonia Fleury
Tras cuatro años de crecimiento moderado, basado en la exportación de materias primas a China, la economía brasileña ha entrado en recesión técnica. Con 200 millones de habitantes, Brasil tiene un PIB de 2.200 millones de dólares, ligeramente superior al de Italia.
Muchos analistas entrevistados estos días dudan de la capacidad de Dilma para la negociación y la reforma. Además existen acusaciones de corrupción contra el partido en el gobierno, el Partido de los Trabajadores, por su gestión en la petrolera estatal, Petrobras.
Dilma Rousseff ganó segunda vuelta de las elecciones del domingo con poco más del 51% de los votos, contra el conservador Aécio Neves.