Un nuevo macrojuicio en Egipto condena a muerte a 682 presuntos seguidores de los Hermanos Musulmanes.

Entre ellos a su líder, Mohamed Badía, involucrado también en otros procesos.
Sus expedientes han sido enviados al muftí Shauqui Alam, máxima autoridad religiosa del país, que emite dictámenes no vinculantes.

La mayoría de los condenados se encuentran huidos.
En la calle, familiares y abogados de los sentenciados claman justicia.

“Es un flagrante delito contra la defensa”, asegura uno de los letrados. “En un proceso con acusaciones de asesinato, la discusión dura uno o dos años. Pero en este caso el veredicto ha sido anunciado en la primera sesión”.

Se les acusa de haber participado en ataques a comisarías y edificios oficiales de la ciudad de Minia, en el centro del país, en los que murió un policía, durante las protestas del pasado agosto, después de que el ejército arrebatara el poder al islamista Mohamed Morsi.

El mismo tribunal ha reafirmado la pena capital para 37 personas en otro caso, rebajando a cadena perpetua el castigo para otros 520 inculpados.