Sigamos recordando las palabras de aquel 11 de enero de 2008, aquí en este mismo lugar: “Lo que ocurrió tres años después fue una nueva frustración de la esperanza colectiva, y un 24 de abril de 1863 comenzó a consumarse una de las peores traiciones contra el pueblo venezolano. Ese día se firmó un convenio que ponía fin formalmente a la Guerra Federal. Los firmantes fueron: Antonio Guzmán Blanco, en representación de Juan Crisóstomo Falcón, Jefe del Ejército Federal, y Pedro José Rojas, delegado de José Antonio Páez.
Luego de varios ajustes, el convenio terminó convirtiéndose en el Tratado de Coche. Fue el 22 de mayo de 1863 cuando la traición se consumaría definitivamente. Una traición contra todo lo que encarnaba Ezequiel Zamora, una traición contra el pueblo. La verdad verdadera, así nos lo recuerda Ramón Díaz Sánchez, es que la Federación como causa popular y revolucionaria había muerto en San Carlos el 10 de enero de 1860, había desaparecido junto con su líder natural”.
Qué distinta, radicalmente distinta, ha sido la historia después del 5 de marzo del año 2013, el año del dolor, el año terrible. Hoy vuelvo a decirlo con toda mi convicción de hijo de Chávez: Hemos roto con el maleficio de 1830, hemos roto con el maleficio de 1860, de la traición a la patria; seguiremos rompiendo el maleficio de la derrota y de la regresión. Se equivocaron los enemigos del Gigante, la Revolución Bolivariana no desapareció con su jefe indiscutible el 5 de marzo del año 2013. (Aplausos).
Este es un de los temas vitales, si se quiere entender la historia a partir del año 2013, cumpliendo estrictamente con el balance político que nos exige la Constitución. Si se quiere entender la historia de la paz que hoy disfrutamos, de la democracia que hoy disfrutamos, de las amplias libertades que hoy disfrutamos, del camino de amplias libertades políticas que hoy tenemos, tiene que entenderse el punto clave de inflexión para que nuestro país no entrara en una fase de división, violencia, caos, regresión y derrota como, lamentablemente, entró cuando fueron traicionados los grandes líderes revolucionarios de nuestra historia, cuando fueron traicionados los proyectos reivindicadores de la venezolanidad auténtica: el proyecto de Bolívar, el proyecto de Zamora y, por qué no, el de Cipriano Castro hace 100 años.
Es de la mayor importancia histórica, nacional e internacional, entender los porqués para cultivar con fuerza la coherencia histórica del camino que hemos tomado conscientemente, bastante insistió nuestro Comandante Hugo Chávez. Apenas cité aquí parte de su discurso del 11 de enero del 2008, refiriéndose al proceso bolivariano y al proceso zamorano, la fórmula del triunfo estuvo y estará siempre en la lealtad más íntegra y absoluta al legado, al ejemplo, a las enseñanzas, a la obra del Comandante Hugo Chávez; lealtad que no se quedó en el discurso que se hizo acción cuando este humilde servidor, Nicolás Maduro, asumió la principal tarea que su responsabilidad