Melilla, 22 nov (EFE).- Mientras políticos, ONG y asociaciones de la Policía y de la Guardia Civil debaten sobre la instalación de concertinas en la valla de Melilla, alrededor de 2.000 inmigrantes aguardan a pocos kilómetros de la ciudad el momento oportuno para saltar hacia un futuro mejor, haya o no cuchillas en la verja.
La mayoría de ellos están en el monte Gurugú (Marruecos), donde malviven en campamentos protegidos por el bosque, pero con la alerta constante de que una redada de los agentes marroquíes desmantele los pocos enseres de los que depende su alimentación y su descanso.
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