La reelección del presidente Barack Obama se presta a comentarios variados y, por ende, contradictorios. Asumo lo sucedido, es decir, el hecho electoral de los EE.UU. Como venezolano, como persona que vive en una región que a lo largo de la historia ha sido víctima de la política de los mandatarios norteamericanos, pero que en la actualidad atraviesa por una situación excepcional en la que priva un elevado sentido de pertenencia, de rechazo a los condicionamientos del pasado, al fatalismo con que encarábamos la relación con el poderoso vecino del norte. Etapa en la cual se han creado y se desarrollan instituciones como MERCOSUR, UNASUR, ALBA, CELAC, Petrocaribe, y se estrechan lazos entre los diversos países, pasando por sobre las diferencias político-ideológicas que antes derivaban en agudos enfrentamientos.
* También es indudable que aun cuando los cambios en una sociedad y una realidad institucional como la de los EE.UU. Son extremadamente difíciles y las diferencias de las fuerzas políticas que compiten por el poder son casi imperceptibles, y muchas veces no se sabe si es peor o mejor para la región latinoamericana que gobierne un republicano o un demócrata, o es indiferente que cualquiera lo haga, porque existe una suerte de predestinación sobre el posterior comportamiento en la Casa Blanca, sin embargo no es posible ignorar que la candidatura de Obama, su nueva victoria, recoge un sentimiento de cambio de la sociedad norteamericana que, más allá de que se pueda frustrar, constituye un estímulo a políticas sociales progresistas y podría entrañar cambios a partir del reconocimiento de lo que sucede en la región.
* Pregunta: ¿esto significa apostar a corto plazo por cambios de actitud en el nuevo gobierno de Obama? Sería iluso platearse en la perspectiva inmediata una situación de tal naturaleza. Pero si tiene sentido abrir un compás de espera. Sobre todo si se toma en cuenta que Obama estuvo a punto de ser derrotado por su contendor republicano debido a los errores e incumplimiento de sus promesas durante su gestión presidencial. Para un hombre que indudablemente tiene sentido de la política y acaba de lograr una victoria contra fuerzas muy poderosas, el voto de las minorías, de los afronorteamericanos, de los latinos fue determinante para él, debe conducirlo a serias reflexiones. Una es que latinoamérica es hoy una nueva realidad y como tal requiere de un nuevo trato, de que se mire hacia ella con otros criterios y no con el ingerencismo brutal de otros tiempos. Otra, que el respeto es la base para una relación fluida y beneficiosa, y, por último, que Obama tiene que buscar interlocutores en aquellos personajes que representan realmente a sus pueblos y tienen posiciones claras y firmes sobre el papel que cumplen. Discriminar con base a anacrónicos prejuicios políticos e ideológicos, y adelantar relaciones fundadas en identificaciones plenas, atendiendo solo a criterios políticos e ideológicos, está probado que no funciona