Poco dura la alegría en la casa del malhechor.
Cuando Sánchez y compinches estaban celebrando la citación del juez a Miguel Angel Rodríguez, porque según los gurús de La Moncloa y la ‘Brunete Pedrete’ ayuda a su tramposo relato, llegó Aldama y entregó al juez una pila de documentos.
Un arsenal de papeles y grabaciones que salpica a Torres, Montero, Armengol, Marlaska y a cuatro exministros.
El alivio no le ha durado al Gobierno Frankenstein ni 24 horas.
El perejil de todas las podridas salsas del PSOE suelta la primera oleada de las pruebas que, a su salida de prisión y después de que el marido de Begoña dijera que todo era una ‘inventada, prometió que pondría sobre la mesa.
Entre ellas, destaca la documentación que acredita que pagó durante un tiempo un apartamento en la calle Atocha de Madrid, para que el socialista Torres, ahora ministro de Política Territorial y entonces presidente de Canarias, mantuviera ‘encuentros íntimos’.
No creo que esa ‘intimidad’ tenga que ver con reuniones de negocios, con echarse la siesta o jugar a las cartas.
Por cierto, que Torres afirmó en el Senado que dimitiría si se demostraba que había tratado con Aldama. Pues ya está tardando, porque acabamos de descubrir que no sólo tenían relación, sino que hasta le pagaba el picadero.
También presenta el incansable zamorano evidencias de que ayudó a comprar un piso al jefe de Gabinete de la vicepresidenta Chiqui Montero.
A cambio de ‘oportunidades de inmuebles’ y de 25.000 euros para gastar con la novia, el tal Moreno se comprometía a que la Agencia Tributaria paralizara el embargo de una de las empresas de la trama.
Y ya puesto, ha revelado que le agenció al dicharachero Ábalos, a cambio de contratos con el Ministerio de Transportes, un inmueble de lujo en el centro de Madrid, operación en la que ofició de ‘hombre de paja’ el hijo de quien fuera secretario de organización del PSOE y mano derecha de Sánchez.
Este jueves 12 de diciembre acude Ábalos voluntariamente al Tribunal Supremo.
Supongo que para jurar, poniendo los ojos en blanco, que lo que difunde Aldama no es verdad, que todo son apariencias y malentendidos.
Pero imaginen por un momento que, en lugar de seguir tapando a Sánchez y de sacrificarse por el Nº-1, decide cambiar de estrategia y suelta la verdad.
Se iba a montar la de San Quintin.