Este fenómeno sucede a diario en Palermo (Sicilia) y el protagonista no es un cuerpo envuelto en vendas, sino el cadáver de una niña de dos años que, desde hace casi un siglo, abre y cierra los ojos todos los días debido a los flashes de la luz y la humedad. Sin duda, un efecto natural que puede causar más de un susto en el visitante desprevenido.