"Recuerdo cuando vi la foto de ambos en la prensa, asesino y asesinada. Algo se modificó en mí. Asumí que eran latinoamericanos, y no me pregunté más. Vivo en un país profundamente racista, y también lo soy, por mucho que me duela, que pelee contra ello, que me rebele. No me pregunté más. Sé que eso mismo que se modificó en mí cuando vi a la pareja, se modifica en el juez o la jueza habitualmente a la hora de enfrentar sus casos, pero a lo bestia, y la costumbre es actuar contra ellas. O no actuar en absoluto. Ese sistema judicial (el nuestro), policial (el nuestro), este Estado, el nuestro, que no solo desatendió a la madre y la hija asesinadas sino que permitió que su asesino viviera junto a ellas.
Ese algo que se modificó en mí, y que se modifica en la mirada del sistema a la hora de violentar a las mujeres migrantes, las modifica a su vez a ellas. Modifica su conciencia de sí mismas, de sus derechos, evidencia su desigualdad no solo ante la Ley, sino en todos los ámbitos, muy especialmente el económico. No solo modifica sus vidas, sino que puede quitárselas. Nuestro racismo, esa forma de no verla, las mata. Deberíamos empezar a mirarlas. Cuanto antes".
El videoblog de esta semana de Cristina Fallarás.