Da por hecha la investidura de Pedro Sánchez.
Y lo hace porque, irónicamente, alaba la capacidad del presidente del Gobierno en funciones de haber convertido al PSOE en un cortijo donde hace y deshace a su antojo y donde las voces críticas han desaparecido o han sido convenientemente acalladas.
Carlos Alsina, en su editorial en 'Más de Uno' (Onda Cero) destaca la elasticidad con la que Sánchez ha dotado al partido de la calle Ferraz:
Sólo cabe constatar la habilidad del presidente para llevar a su partido por donde a él en cada momento le parezca y lo mucho que, en este sentido, ha aprendido en cuatro años. Cuesta creerlo, pero en 2019 lo que provocó un terremoto político que hizo descarrilar el noviazgo del gobierno monocolor socialista con los dos partidos indepes que gobernaban a pachas Cataluña fue la revelación de que barajaban elegir un relator para que levantara acta de lo que se fuera negociando.
Esto lo recordará Carmen Calvo, protagonista, entonces, de una comparecencia digna de Groucho en la que intentó explicar qué era un relator y qué no era. La vicepresidenta mantenía en aquel tiempo un grupo de whatsapp muy animado con Elsa Artadi y Pere Aragonés. La indiscreción sobre el relator desató la tormenta, Esquerra retiró su apoyo a los Presupuestos y Sánchez disolvió las Cortes.
En ese sentido, resalta Alsina, Sánchez ha aprendido la lección y no quiere que le suceda lo de hace cuatro años y perder el poder:
Cuatro años después, Juntos da por hecho que habrá relator, reconocimiento de Cataluña como nación, amnistía para Puigdemont y camino abierto a la negociación de un referéndum de independencia. Sí que ha cambiado el cuento, sí. Pero sólo en una de las partes, que es el PSOE. Lo que en 2019 abrió una crisis, en 2023 es relator, indultos, vaciamiento del código penal, amnistía para Puigdemont, amnistía para los CDR, amnistía para el tsunami democrátic y reapertura del eterno debate sobre cómo se define jurídicamente la comunidad autonóma catalana.
Resalta que esa elasticidad en la que ha transformado al PSOE hizo perder a la formación su poder autonómico y municipal y lanza un reto a Emiliano García-Page, el presidente socialista de Castilla-La Mancha, que siempre está en ese escenario de amagar, pero no dar:
Sánchez ha aprendido que tiene un partido elástico que se adapta como un guante a los designios del secretario general sumándose con disciplina espartana a cada uno de sus volantazos. En el mes de mayo esa elasticidad le hizo perder el noventa por ciento del poder territorial que tenía, ay Francina, ay Guillermo, ay Ximo. Hoy la elasticidad le permite salvar la joya de la corona: el Gobierno de la nación. Todos los demás caen, sólo Pedro permanece. Bueno, y Page. Eternamente a la espera, García-Page.