En un reciente estudio científico dirigido por Ajmal Zemmar, neurocirujano en la Universidad de Louisville en EEUU se narra el resultado de un experimento fruto de la casualidad. Veréis.
Un hombre de 87 años, que sufría de epilepsia, fue conectado a un electroencefalograma que registraba la actividad cerebral, por desgracia el paciente sufrió un ataque de corazón y murió, pero la máquina siguió funcionando.
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