Lo de este ganado es para echarle de comer aparte.
Pero no sólo por las memeces que legislan, sus contradicciones, la doble vara de medir o los indeseables con los que se juntan.
También y sobre todo, por lo que mienten.
Se acerca una señora a Irene Montero, que andaba por Valencia haciendo campaña en favor de los zarrapastrosos locales, y tras comentar que su marido trabaja desde los 14 años y nunca han podido comprarse un chalet, pregunta a la Ministra de Igualdad cómo se las ha arreglado para adquirir una mansión con piscina y casita de invitados en Galapagar.
Y va la consorte del Coletas y en lugar de contestar educadamente, se aproxima a una cuarta del rostro de la mujer e histérica como una hidra le grita que su padre falleció de cáncer con 60 años y le dejó una herencia, añadiendo que además tiene una pareja que gana un pastón.
Sobre esto último o su sustancioso sueldo por servicios a la comunidad como el bodrio ‘sueltavioladores’ del ‘Si es Si’, nada que objetar.
Lo de la herencia es una trola. Entre otras razones porque el padre de la interfecta estaba vivo cuando ella y el fundador de Podemos saltaron del piso VPP de Vallecas al casoplón serrano.
En cualquier caso, y más allá de las patrañas, tiene coña que esta roja caviar, la que se fue en Falcón oficial y a cuenta del contribuyente de juerga a Nueva York con la ‘Banda de la Tarta’, y aplaude como una foca esa inicua Ley de la Vivienda que da más derechos a los okupas que a los legítimos propietarios, presuma de que se compró el palacete ‘con ayuda de papá’.
Y con los billetes del colega con el supuestamente comparte cama.
Y porque le da ‘la gana’, lo que me parece a mi una oda a la propiedad privada, que no casa con las mendaces proclamas comunistas de estos progres de pacotilla.
En Periodista Digital siempre hemos sostenido que los jerarcas sindicalistas, los comegambas de UGT y CCOO, hace tiempo que saltaron de las barricadas a la mariscadas.
Ahora, con jolgorio, constatamos que sus compinches del PSOE, Podemos y otras yerbas, también… y encima con odas a la herencia, apología del heteropatriarcado y chalet de lujo.
¡Fariseos!