La tragedia de Ucrania se ahonda y hoy, el escándalo en Occidente se acrecienta porque Vladimir Putin ha bombardeado una base a 25 kilómetros de la frontera con Polonia. Avisa Joe Biden que como se escape un misil y caiga en territorio OTAN, la tenemos liada.
Vamos a ser coherentes: si Estados Unidos usa esa instalación para entrenar a los que acuden como brigadistas internacionales y el lugar está trufado de asesores militares extranjeros, lo chocante sería que Rusia no bombardeara el sitio.
Hoy se cumplen dos años de aquel día en el que apareció desencajado Pedro Sánchez en televisión, para anunciar un estado de alarma, por el que se encerraba a los españoles en sus casas.
Un confinamiento que la gente aceptó con mansedumbre, que después fue declarado inconstitucional y que sirvió, sobre todo, al incompetente Gobierno socialcomunista para camuflar sus negligencias, mentiras y mangancias.
Dos años después, ni siquiera sabemos el número real de muertos. Y faltan decenas de miles en el recuento oficial.
Ningún gobierno es culpable de todo lo malo que pasa en un país, ni siquiera este engendro que forman el PSOE y Podemos con respaldo de proetarras vascos y golpistas catalanes, pero los gobiernos son responsables de las decisiones que toman cuando llega una crisis.
Y antes, durante y después de la pandemia, como ahora con la invasión de Ucrania y todo lo que cuelga incluida la inflación, casi todo lo que ha hecho el Ejecutivo Sánchez ha sido equivocado, dañino o irresponsable.
Hoy, los españoles somos un 10% más pobres que cuando Sánchez se aupó al poder, pagamos más impuestos, tenemos más parados reales y más pequeñas empresas quebradas y vivimos acogotados por los precios de la luz, el gas, la gasolina, el pan, el aceite y hasta los huevos.
Y mientras tanto, en La Moncloa, el socialista Pedro Sánchez haciendo cursos de maquillaje para lucir guapo en una serie de Netflix.
España no se merece un Gobierno y un presidente tan malos, tramposos e inútiles como estos.