Es un fenómeno. Y navega José Luis Martínez-Almeida en la cresta de la ola.

Ya es raro que a un político le aplaudan en la calle y al alcalde de Madrid no es que le ovaciones: se para la gente y le pide fotos y selfies como si fuera Brad Pitt o Antonio Banderas.

Martínez-Almeida, quien acaba de cumplir 46 años, es abogado del Estado y se encaramó en 2019 a la alcaldía de la capital de España urdiendo un trabajoso pacto de investidura con Ciudadanos que respaldó VOX para desplazar a la izquierdista Manuela Carmena, es a estas alturas el político español mejor valorado por la ciudadanía.

Tanto o más que la también popular Isabel Díaz Ayuso que este 4M arrasará en las elecciones autonómicas madrileñas.

Según un barómetro de GAD3, el PP de Almeida, que hace exactamente un año quedó cuatro escaños por detrás de Carmena, doblaría hoy su representación en la ciudad, con más concejales que PSOE, Podemos y Más Madrid juntos.

Y los facinerosos que entonces insultaron al alcalde con grafiti tan ordinarios como «Almeida carapolla«, se han tenido que tragar con patas sus insultos.

Hasta personajes de honda raigambre socialista como Joaquín Leguina o Felipe González alaban la gestión, el estilo y hasta el tono del alcalde.

Hay expertos como Narciso Michavila convencidos que parte del secreto de Almeida ha sido anteponer la gestión a la gesticulación y no polarizarse.

Lo primero parece evidente. Lo segundo es cuestionable: cuesta encontrar en estos momentos un personaje capaz de decirle a la izquierda madrileña y a los medios de comunicación las cosas tan claras.

Quien lo dude, que escuche con atención la entrevista.