Pedro Sánchez cerrará este nefasto 2022 gastándose la friolera de 158 millones de euros en propaganda.

En comprar periodistas y entrevistas-masaje en las cadenas de televisión.


La cifra se las trae, teniendo en cuenta las penurias que pasan las familias españolas, pero para mayor inri resulta que somos nosotros quienes le vamos a pagar la fiesta.


Usted y yo financiamos los homenajes que organiza el líder del PSOE, reuniendo militantes disfrazados de ‘gente’ para que le hagan la ola.


Somos los contribuyentes quienes sostenemos ese CIS, donde Tezanos cocina encuestas para halagar a su jefe.


Pagamos también el sueldo del ‘lechero’ Fortes, para que haga entrevistas-botafumeiro a Sánchez, en esa RTVE que ha convertido los informativos en mitines del Gobierno PSOE-Podemos.


Usted y yo pagamos todo, desde el Falcon a las subvenciones que dan los etarras, pasando por las ocurrencias de Garzón o las memeces de Irene Montero.


Parece evidente que el PSOE y sus compinches de ultraizquierda andan agobiados y empiezan a asumir que, si las cosas siguen así, perderán el poder y los chollos en cuanto haya elecciones. Por eso tiran tan desesperadamente de la propaganda.  Habrá quien diga que lo hacen todos los políticos y todos los partidos en situaciones similares, pero no vivimos tiempos normales.


Primero porque Sánchez miente más que habla. Segundo, porque España es el país desarrollado europeo que peor afronta la crisis económica. Tercero, porque mientras haya millones de hogares acongojados por la inflación y los precios, no parece de recibo que los dirigentes despilfarren en confeti.


Y cuarto y lo más importante, porque el dinero público sale de nuestros bolsillos y a mí y supongo que a todos ustedes, me indigna que el amigo de los etarras y de los golpistas, se lo gaste en autobombo.