Abrumado por ser él hoy el protagonista del día. Enfundado en un elegante chaqué y con su perenne sonrisa puesta, Eduardo Mendoza recibía a los Reyes. Dentro, le esperaban los aplausos y un Premio, el Cervantes, que nunca esperó y confesaba, aún no había logrado digerir. Pero el nerviosismo inicial no ha tardado en desaparecer. Su característico humor ha impregnado también, cómo no, todo su discurso. Un humilde artesano de las letras que despedía con esta promesa: "Trataré de seguir siendo lo que siempre he sido.Eduardo Mendoza.Profesión, sus labores".
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