Cumpliendo con la tradición de los escritores distinguidos con el Premio Cervantes, Eduardo Mendoza ha dejado su legado en la cámara acorazada del Instituto Cervantes. No ha querido revelar el contenido de la pequeña caja. El secreto que, tal y como él ha fijado, se desvelará en 20 años. Un objeto, ha dicho, que entrega con la esperanza de que, desde dentro, alargue la desaparición de su recuerdo.
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