Mientras las máquinas trabajaban para derribar un edificio en el número 31 de la avenida de la Feria, la fachada se derrumbó inesperadamente. La inmensa polvareda y los kilos de cascotes se esparcieron por los cuatro carriles de la calle, llegando incluso a la acera contraria. Afortunadamente no hubo que lamentar heridos. La policía tuvo que cortar el tráfico durante varios minutos y después solo se pudo utilizar uno de los cuatro carriles. El alcalde, Francisco Guarido, ha tachado lo sucedido de "grave" y lo achaca a un "error de cálculo". Este derribo está dentro del plan para despejar la muralla medieval de la ciudad.