Los rohingya, una minoría étnica de fe musulmana que se concentra en el estado birmano de Rajine, siguen huyendo a Bangladesh como consecuencia de la persecución que el Estado del país ejercer sobre esta etnia. Se trata de más de un millón de personas a las que el Gobierno birmano no reconoce como ciudadanos, puesto que los considera descendientes de inmigrantes ilegales llegados desde Bangladesh. Desde el pasado 25 de agosto el número de rohingya que ha cruzado la frontera entre Birmania y Bangladesh, según ha informado el portavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, es de 389.000. Esta situación está generando una auténtica crisis humanitaria generada por la escasez de recursos para atender a los desplazados, una situación sobre la que El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ya ha alertado a las autoridades internacionales.