Ibrahim es un guineano que llegó al CETI hace dos años huyendo de la pobreza y se pone sus botas para jugar en el equipo del centro de estancia temporal de inmigrantes de Melilla. El como otros encuentra aquí un respiro, un aliciente a su vida, y Manolo, su entrenador, es para ellos como un padre. Se nota que es un equipo sin recursos hay quienes juegan sin zapatillas, con zapatos viejos. Abdul, de Mali, saltó la valla hace meses y las heridas de la frontera se han curado en el césped del campo de La Frontera. Mohamed llegó en patera siendo un niño y como todos su ilusión es jugar en un equipo de la península. Pero el material escasea, sobre todo, las botas. Por Facebook les piden a los equipos grandes material deportivo. En el partido de la ilusión ellos son campeones, aunque en la liga de Melilla estén a mitad de la tabla.