Todo está preparado para evitar que la violencia altere las cruciales elecciones provinciales de Irak. Las fuerzas iraquíes cachean a los votantes antes de acceder a las urnas, los helicópteros norteamericanos sobrevuelan las ciudades, las fronteras están cerradas y los puertos marítimos y aeropuertos han dejado de funcionar. El objetivo: reforzar las medidas de seguridad. El favorito entre los candidatos es el primer ministro, Nuri al Maliki, que votaba a primera hora de la mañana. Estas elecciones representan una prueba de fuego para las fuerzas iraquíes y la frágil estabilidad del país. Y más aún, cuando la administración de Barack Obama prepara ya un plan para retirar a las tropas.