La situación es dramática. El Programa Mundial de Alimentos ha alertado de que los campamentos de rohinyás en Bangladés han alcanzado un “punto crítico” y estima que el número de llegadas podría superar las 300.000 que se esperaban hasta ahora. Los recursos con que cuentan y las instalaciones en los campos de refugiados, que se han instalado en el sudoeste del país, resultan insuficientes ante la marea humana que huye de Birmania. Muchos de los ciudadanos de etnia rohinyá que han cruzado la frontera, la mayoría de ellos son mujeres y niños, sufren malnutrición. La Cruz Roja ha aumentado sus operaciones en la zona y, acuciado por la presión internacional, el gobierno birmano ha anunciado la creación de campos de acogida en el noroeste del país. Con ello trata de paliar los efectos de una nueva crisis que comenzó el pasado 25 de agosto, tras un ataque de un grupo insurgente rohinyá contra puestos policiales y militares en el estado de Rakáin. Entretanto, la ayuda internacional comienza a llegar. Malasia ha enviado un avión con suministros y bienes de primera necesidad.
The UN calls for urgent action to address the Rohingya refugee crisis in Bangladesh pic.twitter.com/gIDqy4pNNK— AFP news agency (@AFP) 9 de septiembre de 2017
Ampliamos nuestra respuesta en #Myanmar y #Bangladesh, con más ayuda a miles de personas que huyeron de violencia: https://t.co/uTLKY3V1nz pic.twitter.com/NScywmMBWU— CICR (@CICR_es) 8 de septiembre de 2017
En dos semanas, 270.000 #rohingya han huido a Bangladesh por la violencia en #Myanmar https://t.co/2NwdjzLmPT pic.twitter.com/Gj8fD1nMEO— Noticias ONU (@NoticiasONU) 8 de septiembre de 2017