Diversas decenas de manos, entre un gran griterío, para hacerse con una ayuda humanitaria escasa para todos.
Es la situación que se vive en el este de la ciudad iraquí de Mosul, zona que el Ejército liberó del control del Dáesh.

Allí la comida es muy cara porque sólo hay una carretera principal que la conecta al exterior y pocas personas tienen trabajos pagados.
Tampoco hay electricidad ni agua potable.

“Necesitan ayuda, ahora la zona ha sido liberada y los habitantes que habían huido están regresando. Es difícil hacer llegar comida, por eso estamos intentando traer la ayuda humanitaria a través de Erbil”, dice Ali Jawad Murad, de la Media Luna Roja.

El Dáesh impuso una versión radical del Islam en Mosul tras establecer la segunda ciudad más importante del país como su capital ‘de facto’. Allí prohibieron cigarrillos, televisores y radios, y obligaron a los hombres a dejarse barba y a las mujeres a cubrirse de pies a cabeza.