Se acabó la jornada de seis horas. Los empleados de Svartedalens, una residencia de ancianos de Gotemburgo se habían acostumbrado a ese ritmo que empezó, a modo de experimento hace dos años y ahora toca a su fin. Arturo Pérez, auxiliar de enfermería y otros colegas suyos lo lamentan porque su salud, y la calidad de su trabajo han mejorado y también se ha reducido el absentismo.
Monica Axhede, directora del centro a quien euronews entrevistó el pasado mes de julio también estaba satisfecha con
el horario reducido. “El ambiente es más distendido. Aquí contamos con muchas personas que sufren demencia. Antes, cuando había demasiado estrés, se ponían impacientes. Ahora hemos podido contratar a más personal, se han creado puestos de trabajo y hay menos bajas por enfermedad”, explicaba.
Pero para que los sesenta y ocho enfermeros pasen de un ritmo de ocho, a seis horas diarias, se han tenido que contratar diecisiete personas más con un coste de 1’26 millones de euros. Demasiado caro para la alcaldía de Gotemburgo.
En la segunda ciudad sueca los índices por absentismo y “burn out” figuran entre los más elevados del país. La iniciativa, lanzada por la antigua mayoría de izquierdas, no ha convencido a la derecha, ahora en el poder. Así, María Ryden, teniente de alcalde, declaraba a nuestra antena que “en Gotemburgo somos responsables de cincuenta y tres mil empleados. Asi que si les permitiéramos a todos trabajar seis horas al día, cobrando por ocho horas, !haga el cálculo! Necesitamos más manos, más gente trabajando y necesitamos trabajar más tiempo”.
No obstante, hay quien defiende precisamente la importancia de dar tiempo al tiempo. Daniel Bernmar, líder del partido de Izquierda en el Ayuntamiento de Gotemburgo y asimismo, teniente alcalde del municipio, cree que la jornada laboral de seis horas puede ser rentable a largo plazo. “Si observamos la economía en su conjunto, creamos más empleos, el índice de bajas por enfermedad se ha reducido y la calidad de los cuidados dispensados es mayor. A mi juicio, deberíamos ver cómo podemos mejorar el entorno laboral, y lograr un mercado laboral sostenible, en el que la gente pueda trabajar más años y sentirse mejor haciéndolo, a diferencia de lo que ocurre hoy”, señala.
La reducción de la jornada laboral también puede ser rentable a corto plazo. De los ciento doce trabajadores de un concesionario de coches Toyota de Gotemburgo, los treinta y cinco que ejercen las labores más penosas, han pasado de ocho horas, a seis horas de trabajo diarias, cobrando lo mismo. Y aquí nadie lo lamenta.