El avance de las tropas iraquíes en Mosul deja en evidencia la política de tierra quemada empleada por el Dáesh.
En la liberada localidad de Hammam al Alil, a unos 15 kilómetros al sur de Mosul, el Ejército ha hallado una fosa común con los restos de unos cien civiles decapitados.
Un equipo de expertos se ha desplazado a la zona, un terreno cercano a la escuela agrícola de esta localidad.
En Al Qayara, también al sur del último bastión del grupo Estado Islámico en Irak, la liberación del yugo yihadista ha quedado ensombrecida por las espesas columnas de humo que han dejado en su huida.
Antes de abandonar esta localidad, el Dáesh hizo estallar varios pozos de petróleo que siguen en llamas, tiñendo de negro las casas e incluso a los animales.
“El denso humo de los yacimientos de petróleo ha provocado que los animales caigan enfermos. Algunos corderos murieron poco después de nacer debido al aire contaminado”, se lamenta este joven.
Los vecinos de Al Qayara, aquejados de graves problemas respiratorios producidos por la inhalación de humo, no pueden recibir asistencia porque el hospital de la zona ha quedado destruido durante los combates.