El Reino Unido creció en el tercer trimestre, justo después del ‘brexit’ votado el 23 de junio, cinco décimas. Más de lo que esperaban los analistas. Supone una ralentización respecto a las siete décimas del segundo trimestre. Pero los analistas habían pronosticado una progresión de solo tres.
La Oficina Nacional de Estadísticas británica (ONS) lo atribuye al buen comportamiento de los servicios. Este sector supone casi cuatro quintas partes de la economía del país y compensó la caída que sí se registró en la construcción, la agricultura y la producción industrial. Una estimación definitiva más adelante debe confirmar estas cifras.
0.5% growth in #GDP in Q3, led by strong growth in services, particularly films, retail and computer programming https://t.co/0fCtmlthvu— ONS (@ONS) 27 de octubre de 2016
Pero el ministro de Economía, Philip Hammond, se apresuró a declarar por twitter que esto demostraba los “fundamentos sólidos de la economía británica” ante la próxima negocación de Londres con Bruselas para su salida de la Unión Europea.
Here's my response to today's ONS GDP figures. pic.twitter.com/GGdt0UCFkr— Philip Hammond (PHammondMP) 27 de octubre de 2016
En efecto, de momento, los consumidores no parecen asustados por el desenlace. Han seguido comprando, desplazándose y aprovechando las actividades lúdicas. Pero la misma oficina de estadísticas advierte de que el año que viene será más difícil por una subida de la inflación mientras la libra esterlina sigue cayendo.
En su revisión tras el voto en el referéndum, el Fondo Monetario Internacional (FMI)situó en 1,8 por ciento el crecimiento para el país en el conjunto de 2016. Pero lo rebajó al 1,1 por ciento para el año que viene, en el que también se teme que las empresas paralicen sus inversiones ante la incertidumbre.
En su caso, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) coincide con el FMI en el avance del 1,8 por ciento para este año. Aunque aun disminuye más hasta únicamente el uno la progresión del que viene.
Los nubarrones acechan en el horizonte. Por ello, el goberndor del Banco de Inglaterra Mark Carney ha recordado esta misma semana que los bancos instalados en el Reino Unido podrían proceder a ajustes en 2017. Es decir, a causa de unas negociaciones que pueden ser muy duras con Bruselas, pueden empezar a trasladar parte de sus actividades financieras al continente.