a perla sulfurosa de Namibia, Thiomargarita namibiensis, puede medir hasta 0,75 mm, una magnitud gigantesca para un organismo de su clase. Su diámetro la hace visible al ojo humano, que en condiciones normales es capaz de diferenciar dos puntos separados por 0,1 mm.
Este extraordinario ser vivo fue hallado en sedimentos de las costas de Namibia, al sur de África, y entre los científicos responsables del descubrimiento se encontraba la experta Mariona Hernández Mariné, de la Universidad de Barcelona.
Tiene forma esférica y se une a sus congéneres a modo de fila. Los depósitos de azufre derivados de su obtención de energía se observan porque reflejan la luz incidente. De todo esto deriva su similitud a un collar de perlas.
El hallazgo pulverizó el récord de tamaño establecido en 1985 por Epulopiscium fishelsoni, parásito del intestino de esturión, también visible al ojo humano y con un volumen un millón de veces superior al de Escherichia coli, simbionte de nuestro sistema digestivo.
Como expresa el periódico londinense The Times “Si la bacteria promedio fuera del tamaño de un ratón recién nacido, la nueva tendría el tamaño de una ballena azul”. Fascinados, tras poder contemplar a simple vista lo que durante mucho tiempo hemos creído imposible sin un microscopio, debemos preguntarnos ¿Será nuestro ojo capaz de observar los límites de la naturaleza alguna vez?