El placer y el dolor responden a "dos sistemas cerebrales que nunca habían sido asociados en el pasado", afirma Borsook. El investigador asegura que, por primera vez, se ha podido demostrar que un estímulo de tipo adverso, que provoca dolor, "activa también las estructuras de recompensa", las que proporcionan placer, y viceversa.
Según explican en un artículo publicado en la revista especializada Neuron, algunas áreas del cerebro conocidas por reaccionar a las sensaciones de recompensa, como el denominado "nucleus accumbens", se activan también, "aunque de distinto modo", con el dolor. Lo han comprobado mediante Imágenes de Resonancia Magnética funcional, FMRI, según sus siglas en inglés, del cerebro de personas que, voluntariamente, se habían sometido a estímulos placenteros y dolorosos. Los sujetos que se sometieron a las pruebas eran ocho voluntarios, en buen estado de salud, que sostenían en sus manos un transmisor térmico.