Nos encontramos en el este de Francia, en el laboratorio ultraprotegido de l’ANDRA, la agencia pública encargada de buscar un lugar seguro donde enterrar los desechos radiactivos para los próximos milenios o millones de años.
Su director técnico, Alain nos guía a través de las galerías. Encontrar una solución para los desechos radiactivos se ha convertido en un quebradero de cabeza para los políticos desde que la Unión Europea votara una directiva que exige a los países miembros precisar sus estrategias de gestión de los mismos.
Los primeros en ponerse manos a la obra han sido Suecia, Finlandia y Francia. Los primeros cementerios nucleares serán construidos aquí.
Alain Rolland, director técnico de ANDRA:
“Vamos a poner en marcha este ascensor que nos llevará a 500 metros de profundidad. Hoy en día, abajo, se están llevando a cabo una cincuentena de experimentos, algunos están muy avanzados y dan resultados desde hace 7 años. El objetivo es conocer a la perfección el lugar donde se prevé almacenar el material. Hacemos pruebas sobre el calentamiento de ciertos materiales, porque ciertos paquetes aún no se han enfriado y tenemos que ver en qué medida ese calor puede modificar las características de las rocas.”
En Alemania, una de las opciones estudiadas consiste en enterrar los desechos en sal. Suecia y Finlandia apuestan por el granito. Francia proyecta sepultar sus 80.000 metros cúbicos de desechos radiactivos en esta espesa capa de arcilla que no se ha movido de aquí en los últimos 160 millones de años.
¿Se trata de un lugar hermético?
Alain Rolland, director técnico de ANDRA:
“La idea principal consiste en tapar el fondo de la galería con un capuchón de arcilla que posee propiedades hinchables: si la hidratamos un poco comienza a ejercer presión y es capaz de aislarse de la pared rocosa y colmar las posibles microfisuras que se crean en la periferia de estas excavaciones debido a la descomprensión de la roca que se había mantenido inamovible desde hace millones de años y que, nosotros, al perforarla, hemos desestabilizado, así que es normal que reaccione.”
El discurso es totalmente diferente en las zonas habitadas colindantes. Aquí, en Bure, las enemigos de este proyecto se organizan en torno a la “casa de la resistencia”. No creen que ese cementerio nuclear sea seguro por un periodo si largo como pretenden sus defensores.
François. Mativet, activista antinuclear, Bure Zone Libre:
“Es una gran mentira y ellos mismos lo saben. Fuí a hablar con los mineros y me explicaron que en el mismo momento en el que se desestructura la roca, se están creando zonas inestables y es inevitable que haya movimientos en la materia. No podemos olvidar que la tierra está viva. Sabemos que existen riestos. Si los científicos son honestos, ¿cómo pueden garantizarnos que el agua no se filtrará en algún momento? Se trata de una mentira científica, una impostura.”
La situación estará bajo control, asegura, por otro lado, el gestor de la planta de desechos.
El proyecto es gigantesco, se están escavando más de un centenar de kilómetros de galerías subterráneas.
Hasta ahora, el proyecto ha costado 1.000 de euros, el coste global está estimado en 16.000 millones aunque una comisión de investigación parlamentaria y el Tribunal de Cuentas alertan ya sobre un coste dos veces superior al presupuestado.
Los adversarios proponen un almacenamiento cerca de la superficie para poder controlarlo. Una irresponsabilidad, según el director técnico del proyecto.
Alain Rolland:
“¿Por qué buscamos la profundidad? porque no sería razonable dejar ese material durante mucho tiempo en la superficie. No estamos seguros de poder vigilarlo y controlarlo de manera apropiada.”
Hemos buscado otras respuestas a este mismo problema en Finlandia. ¿Sería mejor enterrar este material radiactivo en la roca masiva?
Härmäla es el jefe del Departamento de Energía del Ministerio finlandés de Economía:
“Poseemos el lecho rocoso más antiguo y más sólido del planeta. Ha permanecido estable desde, al menos, los últimos 2.500 millones de años y hay muchas posibilidades de que permanezca inamovible durantes millones de años más.”
Nos ha conducido hasta Olkiluoto donde se produce la mayor parte de la energía atómica del país, está situada en una península.
Jussi ha estado estudiando la solidez de la roca de granito que caracteriza la península durante años. ¿Existen riesgos de que el agua del mar se filtre a través de la piedra una vez que se almacene en el cementerio nuclear subterráneo que planean construir aquí?
Jussi Mattila, geólogo, Posiva:
“La mayor parte de las fisuras que hemos constatado no tienen conexión con el mar. Además, esas zonas que conocemos se encuentran bajo el agua en zonas en las que la presión hidráulica es mínima. “
Jussi nos introduce en las profundidades del lecho rocoso.
Hasta los años 90, Finlandia enviaba sus desechos nucleares a Rusia. El Parlamento prohibió esta exportación y trazó la ruta para orientar al país hacia