Irak pide oficialmente ayuda militar a Estados Unidos. Bagdad ha solicitado a Washington que bombardee las posiciones de los rebeldes yihadistas, que en una ofensiva fulgurante han ocupado amplias zonas en el norte y noroeste iraquí. La Casa Blanca ha respondido que no excluye esa posibilidad.
De este modo, el primer ministro Nuri al Maliki, que al principio rechazó cualquier injerencia extranjera, reconoce implícitamente la impotencia y fragilidad de las fuerzas gubernamentales. Al Maliki también ha pedido a los peshmergas kurdos que unan sus fuerzas a las del Ejército iraquí contra el enemigo común: los insurgentes suníes. Pero los kurdos recelan de Bagdad y, de hecho, el domingo pasado aprovecharon la huída de las fuerzas iraquíes para hacerse con el control de la ciudad petrolera de Kirkuk.
Entretanto, los insurgentes suníes sacan músculo y luchan con el Ejército para hacerse con el control de la refinería de Biyi, en la provincia de Saladino, la más importante de Irak.