El mundo del cine está de luto. El actor estadounidense Philip Seymour Hoffman ha fallecido, a los 46 años, aparentemente de una sobredosis. Un amigo lo encontró muerto en el baño de su apartamento de Manhattan, con una jeringuilla clavada en el brazo y restos de heroína.
Recientemente reconoció, en varias entrevistas, haber recaído tras pasar 23 años “limpio”.
Secundario de lujo e icono del cine independiente, Seymour Hoffman logró el estrellato en 2005 con Capote. Su interpretación del autor de ‘A sangre fría’ logró la unanimidad en Hollywood. Le hizo ganar el Óscar al menor actor, el Globo de Oro, el premio BAFTA el de la Crítica y el del Sindicato de Actores. Poco después logró tres candidaturas al Óscar como actor de reparto.
“Philip era un actor muy importante y supo hacerse un sitio entre los grandes. Es una pena, porque ¿quién sabe lo que hubiera sido capaz de hacer? Pero nos queda el legado de su obra y todo ello habla por sí mismo”, ha declarado el actor Kevin Costner.
“Desprendía una mezcla de peligro y vulnerabilidad. Esas cualidades que hacen de alguien interesante y muy especial”, ha dicho el actor Gary Oldman.
Philip Seymour Hoffman, un perfeccionista que siempre buscó la originalidad, trabajó a las órdenes de algunos de los más grandes: los hermanos Coen, Anthony Minghella, Paul Thomas Anderson, Sidney Lumet…