Los enfrentamientos dejaron docenas de muertos y dejaron patente la división que reina en la sociedad egipcia dos años después de la caída del dictador Hosni Mubarak. El presidente Mohamed Mursi declaró el estado de excepción en parte del país y mientras permite que los militares patrullen por las calles, hace un llamamiento al diálogo. Sin embargo, la oposición se muestra escéptica.