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Lo único que puede descifrar el lector de labios del video de vigilancia es “se me estropeó el rizo”, pero el equipo identifica a un hombre de cuarenta y pico o cincuenta años en el sureste con una posible conexión con el ejército. También descubren que tiene lesiones importantes en una pierna, un codo y un tobillo junto con una enorme cicatriz en un muslo.