El desorden no deja ver los simple que es esto, Señora de las Confiesas. Hoy toca tocar una navaja sin mango, sin agua y sin artilugios potabilizadores. Los aborígenes nos encomiendan visitar al hombre que pone nombres a estos picachos, al perro que viaja con san Cristóbal, al charco donde un tritón muerto se ríe de nosotros. Es la paradoja del mundo congelado en otro ciclo inacabado de desaciertos. Pan pan pan…el desorden no nos deja ver los simple que es esto y solo abrimos los ojitos en los vértigos de las piedras y cascotes. El resto es camino no controlado.