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PÉREZ PIRELA: ¿OPOSICIÓN VENEZOLANA O CONTRADICCIÓN VENEZOLANA?
No existe evento, hecho o fenómeno al que la oposición no responda con un tajante “NO”. Después de sus elecciones primarias, todos vimos a un Henrique Capriles Radonski hablar maravillas de quien él mismo había definido, sin tapujos, como uno de sus modelos políticos: Lula Da Silva.
Resulta que, de la noche a la mañana, Lula se convirtió en poco menos que un mediocre y tarifado político de poca monta. Y todo porque el ex presidente brasileño le dijo a Chávez “cuenta conmigo, tu victoria será nuestra victoria. Gracias por todo lo que has hecho por Latinoamérica”.
El progresista Lula nada tiene que ver con una oposición que utiliza la palabra “progreso” como marketing político.
Por otra parte, un evento internacional como el XVIII Foro de Sao Paulo, que convirtió a Venezuela en capital mundial de los movimientos progresistas, no tardó en ser evacuado por la oposición como una reunión de chulos que esperaban dólares de Venezuela.
Los progresistas del mundo fueron tajantes en su apoyo a Chávez y su desvinculación de los pseudos progresistas opositores.
Pero, el non plus ultra del desparpajo en lo que a contradicción se refiere, se dio el 5 de julio, frente a un desfile multitudinario que agrupó a civiles y militares. En esa ocasión la oposición venezolana, o mejor la contradicción venezolana, puso en duda el mismísimo sentimiento patrio al plantear que se trataba de una chabacana concentración de funcionarios públicos obligados o de vagos asalariados del chavismo.
El pueblo no esperó a los pseudos progresistas para celebrar su independencia del imperialismo.
MORALEJA.
Una cosa es el respetado acto político de ser oposición, otra es el malcriado activismo de ser contradictor de oficio. El primero acepta lo positivo del adversario político, al mismo tiempo que señala con dureza los naturales errores cometidos por éste. Pero, en cambio, el malcriado contradictor sólo ve errores y desatinos en su adversario, incluso donde no los hay.
Toda oposición está destinada, tarde o temprano, a ser gobierno. Por el contrario, los malcriados activistas contradictorios de oficio están condenados a vagar como almas en pena alrededor de un poder que nunca tendrán.
He aquí, queridos amigos, el drama de la oposición venezolana, o más bien, de la contradicción venezolana.