Causa sensación la historia de Terry Durham, un niño que con sólo once años predica cada domingo en un templo fundado en Fort Lauderdale por su abuela, la congregación ‘True Gospel Deliverance Ministry’ de poco más de veinte miembros, autogestionada, autodidacta y no adscrita a ninguna jerarquía religiosa central. Fue ante el espejo del baño de su abuela, allí dentro el pequeño Terry no estaba tan a solas con Dios como parecía. La abuela escuchaba atónita detrás de la puerta. Cuando su nieto le dijo que quería predicar, no lo dudó y lo ayudo ella misma.